viernes, diciembre 04, 2015

Homenaje al padre José Del Rey, s.j.

Esto se escuchó en el Homenaje al P. José Del Rey
     
Esto se escuchó en el Homenaje al P. José Del ReyEs muy importante tener la capacidad de recordar, de hacer memoria. Cuando perdemos esa habilidad, terminamos por no ser conscientes de quiénes somos y quién fuimos. Esa es la lucha de los historiadores y estudiosos de la historia: nunca perder la memoria de los hechos, de las situaciones, de las microhistorias que circundan nuestro cotidiano vivir.

Por eso resulta muy importante y necesario el acto progresivo donde nosotros no abandonemos el espacio histórico. No podemos olvidar, porque cuando lo hacemos, nos exponemos a los errores humanos. En este ejercicio de la memoria, existen personas que han sido fundamentales y transversales en nuestra vida. Recordar, traer a la memoria nuestros antepasados, sus luchas y sus debilidades, nos ponen en el camino de la búsqueda hacia la verdad de quien somos. El pasado no fabrica libros solamente, sino que construye la historia.

La misma idea se me antoja para la vida académica. Hay personas que han marcado sensiblemente nuestro paso por la universidad. Yo recuerdo, entre tantos profesores que tuve en la Pontificia Universidad Gregoriana, la figura de un gran colombiano y devoto jesuita: el Padre Alberto Gutiérrez, quien no sólo fue un buen profesor, sino un excelente maestro. Y los maestros, que tanto escasean en estos días, resultan valiosos en nuestra sociedad y en el mundo académico.

Yo me siento muy contento -hoy-,  de hablar de otro jesuita, del cual no he sido alumno directo suyo; pero del cual he recibido inestimables enseñanzas. Y al no ser un alumno  en regla, me considero, entonces,  un discípulo agradecido.  Con el fin de describir mi agradecimiento recordé unas palabras del padre Del Rey y para  ello me valgo de uno de sus tantos libros. Escribía el Padre Del Rey en uno de sus últimas publicaciones La Biografía de un Exilio (1767-1916), en el apartado titulado “Epílogo”, que la Compañía de Jesús no había hecho nunca un reconocimiento público de gratitud al pontificado del arzobispo Felipe Rincón González, pues gracias a su delicada gestión, había podido  ser posible el regreso a Venezuela  de los hijos de San Ignacio de Loyola.

Y hablando un día con el profesor Mario Di Giacomo y luego con el profesor Alberto Navas, recordé que un gesto de agradecimiento hacia el padre Del Rey también es un elemento faltante en la historia de nuestros respectivos centros de enseñanza: el ITER, la UCAB y la UCV. Por tal motivo estamos reunidos en este momento: no queremos un epílogo carente en la historia de estos entes de educación superior.

En esa misma línea de pensamiento, no queremos ni podemos olvidar tantos años de dedicación a la investigación histórica y lingüística hecha laboriosamente por el padre Del Rey. Él ha dejado una honda huella en la historia eclesiástica colonial de Venezuela y ha sido –permítame usar una frase suya endilgada a otros jesuitas presentes en la Orinoquia-, un explorador de las culturas ajenas.

Estudiar el pasado de los jesuitas en Venezuela, mirando las obras del Padre Del Rey, nos indica el nivel de excelencia en la investigación y presentación de la obra realizada por la Compañía de Jesús en dos ámbitos muy bien delimitados: la presencia en las misiones de la Orinoquia y el macizo guayanés (llamada esta etapa por el padre Del Rey como la República Cristiana);  y la labor educativa realizada en los colegios fundados donde se formaron  las generaciones pasadas (bautizada por el padre Del Rey como la República de las Letras). Y como legado transversal de ambas: el espiritual. La mirada atenta del padre Del Rey nos sumerge en este viaje científico, humanista y espiritual de los jesuitas.

Nos podemos preguntar –o imaginar si acaso-, ¿qué habría sucedido  si la labor humana y científica de los jesuitas no se hubiese cercenado en 1767 siguiendo las despóticas disposiciones en contra de la Compañía de Jesús? ¿Qué hubiese ocurrido con esa utopía que fue sofocada en la Orinoquia?

Recuerdo las palabras del Padre Del Rey en La Biografía de un Exilio: “También los ignacianos han estado sometidos en Venezuela a esos ciclos de conflictos de sueños y frustraciones, de exilios y retornos, pero alertados para no ingresar en ese tedioso cautiverio que obliga a caminar en el círculo cerrado de la fatalidad histórica”[1]. Esta pedagogía jesuita, hoy nos la trae al presente el Padre Del Rey. Sus obras nos muestran el camino que nos comunica con el pasado de los jesuitas y de la Iglesia. Nos comunica con esas comunidades protohistóricos y prehispánicas.

La obra del padre Del Rey se asemeja a esa labor de conciencia histórica presente en los jesuitas de la etapa colonial. Desconocidos, para muchos de nosotros, esa historia rica en cultura y ciencia, de los antiguos ignacianos; los escritos del padre Del Rey son esa memoria, que no se pierde en los depósitos de nuestros archivos, sino que trae a la realidad, y como una novedad, la labor y el legado de la Compañía. Así como los indígenas del siglo XVIII venezolano no conocían ni el papel, ni la tinta, ni los libros, pero confiaban en la memoria de los ancianos y de los piaches, así los jesuitas y su historia orinoquense, no resultan seres o personajes extraños, cuando los trae al presente, la mano familiar de uno de ellos: el padre José Del Rey Fajardo.

Hace algunos años leí la obra del padre Manuel Aguirre Elorriaga titulada La Compañía de Jesús en Venezuela, publicada en 1941. En el prólogo de dicho libro escribía el Reverendo Padre Martín Urrutia sj que el texto del padre Aguirre  constituía un “resumen histórico, [donde] ha acertado a abrir todos los cauces de la verdadera historia de la Compañía de Jesús en Venezuela”. Hoy creo que ese “resumen” ha sido solventado con creces en la investigación infatigable del Padre José Del Rey Fajardo.

Este pequeño y humilde acto, en resumen, es una muestra de agradecimiento hacia un gran historiador; quien ha contribuido con sus publicaciones y estudios, al conocimiento y la difusión de la historia eclesiástica de nuestro país.


[1] J. Del Rey Fajardo, La Biografía de un Exilio (1767-1916), UCAB, Caracas 2014, p. 8.
P. Oswaldo Montilla (ITER)
oswaldo.montilla@gmail.com

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