lunes, junio 08, 2015

Agradecemos al amigo e historiador Tomás Straka y a la periodista Oriana Milu por la mención de nuestro blog en la revista Clímax



 
Un afán del bueno engolosina a propios: los lectores están consumiendo historia. Acaso eso explica un fenómeno si se quiere inusitado. En las librerías del país hay decenas de libros que revisan y exponen el pasado. El propósito no es otro más que conocer, entender y aprehender a Una nación llamada Venezuela

Un auge en las ventas de los libros de historia en Venezuela denota que muchos viejos y nuevos lectores están buscando una que otra respuesta para vislumbrar siquiera el incierto presente. Pero revisar las páginas no es algo nuevo. El imaginario siempre ha estado sujeto al cuento mediante la tradición oral. El populismo latinoamericano suele utilizar el recurso de la historia para llamar la atención de las mayorías. Seguidores o no, quedan a la deriva. Quienes desconocían lo asumen como cierto, y por lo tanto le dan más valor y justificación a lo que diga o haga aquellos que suelen regodearse en su saber mediante el discurso. Quienes tienen conocimiento, se encuentran en un debate entre versiones. Lo que sí es cierto es que las huellas del pasado están marcadas en cada esquina de la nación. Verbigracia: las estatuas de Simón Bolívar en cada plaza y el recurrente discurso de Hugo Chávez que solía hacer hipervínculos con el ayer. Después de todo, la prueba final es que la historia seduce.

El periodista argentino Andrés Oppenheimer tiene la tesis en su libro Basta de historias de que los pueblos latinos están obsesionados con el pasado… y eso no los deja avanzar. En vez de innovar, están pendientes de justificar todas las decisiones bajo los lemas de próceres que dejaron huella en la sociedad. Oppenheimer lo cataloga como un aspecto retrógrado y poco progresista. ¿Qué pensará Andrés al decirle que Venezuela ha aumentado lectores de libros de historia en los últimos años? ¿Estaremos retrocediendo, entendiendo el presente, o como muchos piensan, prediciendo el futuro?

“No es casualidad que Francisco Herrera Luque con sus novelas históricas haya sido el escritor con más libros vendidos en nuestro país”, señala el historiador y profesor Tomás Straka. “En Editorial Alfa hace por lo menos dos décadas que venimos publicando a los grandes historiadores venezolanos como Manuel Caballero, Inés Quintero, Elías Pino Iturrieta y Germán Carrera Damas. Sus libros han sido muy importantes y han logrando vender miles de ejemplares y con reimpresiones anuales. Unos resultados más que destacables que no hemos logrado todavía en otros géneros como la narrativa, por ejemplo”, afirma con convicción el director de Editorial Alfa y ediciones Puntocero, Ulises Milla. El culto a Bolívar de Germán Carrera Damas, La criolla principal de Inés Quintero, Simón Bolívar, esbozo biográfico de Elías Pino Iturrieta, La crisis de la Venezuela contemporánea de Manuel Caballero, Venezuela: 1.830 a nuestros días de Rafael Arráiz Lucca, La república fragmentada, de Tomás Straka, La herencia de la tribu de Ana Teresa Torres son algunos de los títulos publicados por este sello en lo últimos años. Hasta la fecha, el calendario de Alfa sigue estando reservado para más libros del mismo género. También incluirá en su cronograma cuatro charlas del panorama histórico durante el mes de Junio . Pero no son los únicos, La Biblioteca Biográfica Venezolana patrocinada por El Nacional y Banco del Caribe, vigente desde 2005, publica cada quince días una edición de libros biográficos con un tiraje de 1.500 copias, de las cuales vende al menos la mitad. La Fundación Rómulo Betancourt ha distribuido ensayos que han logrado agotarse. También el Centro Nacional de Historia. Y sin quedar atrás blogs como los del historiador Carlos Balladares han quedado dentro de los más leídos en el gremio estudiantil.

“La historia siempre se ha leído en el país. Pareciera que el contexto de crisis ha impulsado a que muchos traten de comprender un poco más la realidad que los envuelve, sobre todo un sector de la sociedad que le había prestado poca atención a lo político, a lo histórico. Eso en buena medida explica también el destino y los males que hemos tenido. Porque una sociedad formada, sobre todo a nivel de clase media profesional, por personas poco interesadas por comprender su entorno cultural socio-económico, lo que demuestra es un déficit muy importante de ciudadanía”, analiza Tomás Straka.

Hay quienes buscan entre las páginas de estos libros el acertijo para tener una formación, mínima al menos, para poder asumir las riendas de su futuro, individual y colectivo. “Muchos percibieron que les movieron las bases en estos últimos años. Las empresas que creían sólidas desaparecieron, sus hijos se les van del país, la inestabilidad cívica, entre otros. Esto los hace preguntarse: ¿seguiré estando en el mismo lugar dónde solía vivir? Ante esto se genera incertidumbre y temor, lo que trae como reflejo intentar comprender la realidad. La historia, en cierta medida es una buena manera de entenderla”, añade Straka. La lectura de los acontecimientos anteriores puede ayudar a descifrar las posibles vías de solución. El historiador hace una analogía entre una persona a la que se le va la luz en una habitación conocida. Quien tiene recuerdos de cómo estaba organizado todo en el lugar, podrá salir del aprieto, quien no tenga ni idea del espacio donde esta parado tendrá un camino más largo y difícil para encontrar la salida.

¿Desde dónde se mira la historia?

“Hay quienes husmean en lo que ya pasó para intentar predecir lo que pudiese ocurrir. Entre sus manos parecieran tener una bola de cristal y no un libro”. Milla asegura que hay otros motivos para el auge de lectores con ansias de conocer de estos temas. “Hemos descubierto autores que han cuestionado fuertemente el discurso oficial de la historia. Por otra parte, muchos de estos, montados sobre un andamiaje académico muy sólido, trabajan para que sus libros puedan llegar a un público no especializado. Es decir, se han preocupado por que sus trabajos salgan al encuentro del ciudadano, entregándonos textos valiosísimos desde el punto de vista documental, escritos de forma amena y accesible”.

Pareciese que la historia está siendo escrita para todos. Los encargados de documentarla han entendido que compartirla hará que las naciones se conozcan mejor a sí mismas, y que a su vez se sientan partícipes de tomar las riendas de su propio destino. “Aunque el alcance de los libros como mecanismo de difusión de la cultura, comparado con otros medios, es cualitativamente muy poderoso, y cuantitativamente escaso, su trayectoria no es más de 50 mil personas, una cifra insignificante en relación a la población del país. Las ideas planteadas suelen tomar vuelo y se replican con el tiempo”, recalca Milla. Sirven como semillas de ciudadanía y cosechan buenas naciones. “La vida de una nación, de una sociedad y de los individuos que la conforman son un proceso orgánico que no se detiene. Para cada circunstancia histórica hay un antecedente, un entorno concreto y una mentalidad que la condiciona y esto permite entender el pasado pero también escrutar el presente y quizás, en el mejor de los casos, avistar el futuro”.

2 comentarios:

Alí Reyes dijo...

Iniciativas como estas, de un blog que hable de una hostoria que todo un gobierno lucha por cambiar. son las que hay que fomentar ¡Enhorabuena!

Profeballa dijo...

¡Mil gracias querido amigo!

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