domingo, enero 19, 2014

Juan Germán Roscio (1817): "El triunfo la libertad sobre el despotismo" (reseña)

Autor: Carlos Balladares Castillo
Publicado en Código Venezuela

Para que triunfe la libertad sobre el despotismo

Juan Germán Roscio (1763-1821), a pesar de no ser antibolivariano, no ha tenido los reconocimientos que se merece como constructor de la República (partícipe fundamental de la Suprema Junta de Caracas y del Congreso Constituyente, siendo uno de los redactores de los documentos emanados de dichos órganos: Acta de Independencia, Reglamento Electoral, Constitución de 1811, etc.). La causa la conocemos: fue un civil, un intelectual, uno de los principales protagonistas de la Primera República que Bolívar condenó como “república aérea” y que los “sacerdotes” del culto al libertador han mantenido en los rincones de la historia. Menos atención ha tenido su principal libro: “El triunfo de la libertad sobre el despotismo” (1817) el cual – aunque él mismo trajo algunos ejemplares a Venezuela en su regreso en 1818 – no se conocerá realmente sino a partir de 1953 cuando se edita por primera vez en Venezuela gracias a la labor de Pedro Grases. A continuación les ofrecemos una breve reseña de este libro (en su edición de 1996 de la Biblioteca Ayacucho) que para nosotros ha resultado un texto subversivo en la actual situación del país.

Roscio inicia su formación bajo la ideología realista, doctrina que consideraba una contradicción el ser republicano y católico al mismo tiempo. Esta idea que para nosotros hoy no resulta un problema, para nuestros próceres fue una verdadera calamidad al impedir el apoyo popular del proyecto emancipador. Argumentar en su contra, justificar por medio de la Biblia los principios políticos ilustrados será el objetivo de Roscio. Un objetivo que consideraba de igual importancia que la acción de los ejércitos. No solo se propuso esta meta sino también confesar sus errores, es por ello que dice en la Introducción: “PEQUÉ, SEÑOR, contra ti y contra el género humano, mientras yo seguía las banderas del despotismo” (p. 7). ¿Por qué pecó? Por error, porque “desconocía el idioma de la Razón”. ¿Qué dice un examen racional de la Biblia en lo que respecta al principio del derecho divino de los reyes? Según nuestro prócer no dice nada sino que más bien justifica el dogma de la soberanía popular. Acepta que el poder viene de Dios, el cual crea al ser humano a su imagen y semejanza y por tanto cada uno de nosotros es soberano. Al ser libres entablamos contratos con el resto de las personas, siendo los gobiernos frutos de dichos contratos (que se expresan en el voto general que es la ley) lo que hace que un gobierno sin este origen sea tiránico e ilegítimo.

¿Por qué existe el despotismo? Para Roscio la explicación está en la “obediencia ciega” la cual es “el resultado de una conciencia que sin discernir entre lo bueno y lo malo, ciegamente abraza cuanto se le propone” (p. 125), pero también por la corrupción: el lucro que se recibe “del tirano y sus satélites”. Solo debemos obedecer a la razón cuya mayor expresión es la Voluntad General escrita en la Constitución y las leyes. ¿Qué hacer si dicha voluntad elige a una autoridad y esta se hace tiránica? ¿Debemos obedecer? Roscio describe esta situación como un poder arbitrario: “cuando los ejecutores se apartan del sendero, que ella misma les prescribía; y erigiéndose en legisladores, hagan pasar por leyes sus antojos y caprichos” (p. 122). En ese momento el contrato social se rompe porque desaparece el fin por el cual fue otorgado, y tenemos el deber y el derecho a la rebelión al igual que Moisés y el pueblo de Israel lo tuvieron ante los faraones. “La ley natural nos obliga” a liberar al oprimido.


Roscio sabía que para que triunfe la libertad sobre el despotismo no bastaba Bolívar y su ejército, por lo cual que se dedicó a mostrar las bondades del proyecto republicano y liberal. Era consciente de que sin ciudadanos seguiríamos obedeciendo ciegamente a todo el que poseyera el poder, llámese rey o comandante eterno. Incluso los nuevos despotismos podrían ser mucho peores, porque serían justificados con el dogma de la soberanía reducido al voto mayoritario. Sin duda este pensamiento sigue siendo subversivo, quizás por ello la propuesta de trasladar los restos de Roscio al Panteón Nacional ha quedado en el olvido. 

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