domingo, abril 24, 2011

ALFREDO RAMOS JIMÉNEZ: politólogo, profesor y amigo, analiza el régimen chavista

EL NACIONAL - Domingo 24 de Abril de 2011 Nación/4

El foro del domingo

ALFREDO RAMOS JIMÉNEZ advierte sobre "la gubernamentalización del Estado" "El gobierno de Chávez perdió el beneficio de la duda"

El politólogo cree que el PSUV debería verse en el espejo del Partido Comunista Cubano. Recomienda a la oposición repolitizar a los ciudadanos

MARU MORALES

FICHA PERSONAL POLITÓLOGO. DIRECTOR DEL CENTRO DE INVESTIGACIONES DE POLÍTICA COMPARADA DE LA ULA. EX DIRECTOR DE LA REVISTA VENEZOLANA DE CIENCIA POLÍTICA (2000-2006)

Alfredo Ramos Jiménez llegó a Venezuela procedente de Ecuador hace 32 años. Escapaba de una dictadura que describe como "abusiva y que dejó a los jóvenes profesionales sin trabajo", en referencia al triunvirato militar de Alfredo Poveda, Guillermo Durán y Luis Leoro. Se radicó en Mérida donde fue cofundador de la Escuela de Ciencia Política y del Instituto de Estudios Políticos de la Universidad de los Andes.

Ha escrito una docena de libros como resultado de sus investigaciones sobre los partidos y modelos de gobierno de Latinoamérica, aunque admite que en los últimos años se ha dedicado a analizar el caso venezolano: El experimento bolivariano; La transición venezolana: aproximación al fenómeno Chávez y Venezuela en tiempos de la revolución bolivariana, este último una recopilación de textos publicados en la Revista Venezolana de Ciencia Política entre 2000 y 2006, en imprenta actualmente.

¿Cómo es Venezuela en tiempos de revolución? ­Ilusionada. El país vivió una gran ilusión y estamos despertando de esa ilusión. La mayoría de los trabajos incluidos en esa recopilación se adelantaron al señalar la naturaleza de la oferta de Chávez y las frustraciones colectivas que vivimos hoy, porque la acción de gobierno no estuvo a la altura de las expectativas que despertó hace 12 años. Hoy se puede advertir que el gobierno de Chávez perdió el beneficio de la duda en la población.

¿Por qué? ­Porque el proyecto se distorsionó hasta volverse personal.

El Presidente se empeñó en mantenerse en el poder y no se ocupó de cumplir sus promesas. En lo externo trató de comprar lealtades en Latinoamérica y en el mundo árabe; en lo interno vivimos un proceso de concentración del poder en el Ejecutivo, una suerte de gubernamentalización del Estado; es decir, de reducción del Estado al Gobierno y del Gobierno a una persona.

¿A una persona o a un partido? ­A una persona. El partido es un complemento, una extensión de la voluntad política del líder. Chávez se volvió más y más ambicioso, al punto de presentarse ante el mundo con una propuesta que pretende triunfar donde todos han fracasado: el socialismo real, un sistema que ni los cubanos defienden.

El mar del fracaso. Durante la clausura del Sexto Congreso del Partido Comunista Cubano, el presidente Raúl Castro introdujo elementos novedosos en el discurso revolucionario: acabó con los cargos públicos y partidistas de carácter vitalicio; prometió deslastrar al modelo económico de "dogmas y criterios obsoletos" y admitió que el bloqueo estadounidense no es el principal enemigo del desarrollo de la isla. "Estamos convencidos de que el principal enemigo que enfrentamos y enfrentaremos serán nuestras propias deficiencias", dijo el sucesor de Fidel.

¿Qué lección debería aprender el PSUV sobre las conclusiones a las que llega el PCC 50 años más tarde? ­ Si el PSUV quiere presentarse como un partido socialista genuino debe admitir que el socialismo actual tiene matices que van desde el respeto de las libertades públicas hasta el abandono de las pretensiones presidenciales vitalicias; debe condenar la vocación despótica de cierta izquierda latinoamericana reaccionaria; debe seguir el consejo de Raúl Castro y abandonar los dogmas y consignas vacías. Cuando Fidel afirma que el socialismo del siglo XXI es el comunismo, advierte sobre el fracaso. El llamado de Raúl a que los liderazgos partidistas no deben mantenerse más de 10 años está dirigido a Chávez también.

El discurso oficial refuerza la idea de que el socialismo del siglo XXI no copia modelos externos, sino que inventa uno propio.

Sí, pero nadie sabe cómo se va a inventar. Es una verborrea inconsistente, sin asidero en la realidad. Lo que han hecho es concentrar el poder económico en el Estado, desmantelar el aparato productivo, poner bajo control a la Fuerza Armada y ahora pretenden desmantelar las universidades. Los cubanos tardaron 50 años en darse cuenta de su equivocación. La república popular de Muamar Gadafi, plasmada en el Libro Verde, está en la misma situación y por eso se rebelaron los jóvenes. Estos líderes no sólo se roban el dinero del pueblo, sino que se roban el futuro de sus habitantes. Ahora resulta que los Castro, los Gadafi y todos los déspotas que han hablado en nombre de una sociedad mejor nos confiesan su fracaso.

Si no es el socialismo, ¿cuál es la ideología que mueve al Gobierno? ­El chavismo no tiene ideología.

¿Se puede gobernar un país y dirigir un partido sin ideología? ­En el partido de Chávez no hay una ideología socialista consistente, lo que hay más o menos es una adhesión al líder; parte de la población que lo sigue obra movida por una emoción no por una idea. La idea socialista no está clara ni para los dirigentes del PSUV.

Por ejemplo, es difícil aceptar que Diosdado Cabello o Aristóbulo Istúriz tengan una ideología socialista.

Renovarse o sucumbir. El politólogo, investigador y profesor universitario ve en la Mesa de la Unidad Democrática un instrumento para el necesario relanzamiento de los partidos políticos: "Sin embargo, se requiere un relevo generacional porque los jóvenes no se adhieren a dogmas ni a fórmulas fracasadas. Los partidos políticos deben ofrecer alternativas de promoción no de una ideología ni de una forma de pensar única e impuesta que excluye a los que no se alinean con ella, sino del diálogo entre diversas posiciones, de la deliberación y la negociación".

La antipolítica, que de acuerdo con su análisis fue la causa que hizo posible el arribo de Chávez al poder, ¿está superada? ­Es necesario superarla.

Chávez es un campeón de la antipolítica que no es otra cosa que el rechazo de la política y de todo aquél que tenga ambición de ocupar un puesto de dirección. Es una actitud que niega la democracia y es una estrategia muy imitada en otros países de América Latina: lo vemos en Rafael Correa y en Evo Morales; el mismo Ollanta Humala aunque diga que no tiene nada que ver con Chávez, es el Chávez de la Venezuela de 1998.

Si el modelo democrático bipartidista se agotó y el que impulsa el Presidente excluye a los que no lo comparten, ¿cuál es el camino? ­Sin partidos no hay democracia, pero deben consolidarse sobre nuevas bases asentadas no sobre la búsqueda del poder, sino sobre la politización de los ciudadanos para hacerlos más responsables en la utilización de su voto. Se requiere un modelo donde la gente tenga opciones para escoger, pero que todas esas opciones estén orientadas hacia el interés de todos y no de un grupo.

¿Cómo son los partidos que se requieren para fortalecer la democracia? ­Los partidos políticos deben superar esta etapa en la que se convirtieron en corporaciones privadas o franquicias, y recuperar su carácter de agrupación que actúa en función del interés de todos, no de un pequeño grupo ni de una clase social.

¿Qué condiciones debería reunir el candidato presidencial de la oposición? ­Tiene que lograr captar a esos millones de personas desencantadas de Chávez no como una concepción unilateral del bien común, sino capaz de ofrecer un escenario que trascienda las pretensiones despóticas de los personalismos. Ese líder debe tener un mensaje nuevo para superar la vieja política que terminó en el desencanto que desembocó en Chávez.

"El llamado de Raúl Castro a que los liderazgos partidistas no deben mantenerse más de 10 años está dirigido también a Chávez"

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